Este artículo viene a cerrar, momentáneamente, la serie de artículos sobre la desmotivación del trabajador del conocimiento. Después del primer artículo, en el que se explicaban los factores higiénicos para motivar al trabajador, aquellos mínimos con los que se debe cumplir, que no son más que el reconocimiento salarial y la meritocracia; recibí varios comentarios, en persona o a través de redes sociales e incluso por email.
La publicación del segundo artículo, sobre los elementos motivadores en positivo: autonomía, propósito y maestría, no tuvo tanta repercusión. No se si por la fecha en que se publicó el mismo, víspera de puente del trabajo, o porque resultó que más gente se sintió identificada por el primero de ellos. Lo que vendría a significar que existen ciertos problemas con los aspectos primordiales de la motivación.
No siendo el objetivo de este blog entender la realidad de la empresa española sino traer elementos para el debate teórico de estos puntos, quiero recalcar aquí y analizar un poco varios comentarios que me resultaron interesantes sobre estos temas.
– Yo, a veces, alguno de estos… pero todos…
– ¿Pero esto aplica a todos los trabajadores?
– Yo trabajo en una gran empresa, esto no se nota.
– Los trabajadores tienen que venir motivados de casa.
1. Yo, a veces, alguno de estos… pero todos…
La vida laboral de todos nosotros ha pasado por épocas buenas, regulares y malas. Pero es curioso que conforme me he ido juntando con gente de muchas empresas, de muchos sectores, función pública, jubilados y parados… muchas veces, en la conversación sobre este tema, todos se daban cuenta de que más «jodidos» estaban cuantas más de estas malas prácticas se juntaban. Personas bien pagadas que no conocen el propósito último de su trabajo; gente comenzando que veía como las puertas para ascender se ocupaban por fichajes estrella; jefes que no sabían a donde querían llegar o que no lo sabían transmitir… elementos que provocaban una caída en el rendimiento y en la productividad de quienes los comentaban. Y como solucionando alguno de aquellos puntos recuperaban las ganas. ¿Todos a la vez? Pues seguro que algún caso existirá, pero o la empresa se hundió o el trabajador decidió salirse de la empresa.
2. ¿Pero esto aplica a todos los trabajadores?
Creo que pensando en este tema he llegado a una conclusión. En la definición de «trabajador del conocimiento» no cabe quien puede, sino quien quiere. Me explico. Estos artículos se dirigen a personas involucradas en el ya definido trabajo del conocimiento. No, no entran los empleados de la fábrica de tornillos. Pero creo que tampoco entran aquellos que aún pudiendo hacerlo por las características de su empleo no quieren, sea por descontento con la vida o por los motivos que sean, seguir avanzando, ni mejorando en su día a día, que se vuelven personas tóxicas. Aquellos que viven de los resultados de la unidad pero sin aportar, como los del dilema del polizón.
3. En una gran empresa, esto no se nota.
Fue en un muy entretenido almuerzo en el que hablábamos de este tema. Y realmente que he seguido dándole vueltas al mismo. Y creo que estos puntos, cierto es que pueden dictarse en Políticas de Recursos Humanos, pero se aplican en todos y cada uno de nuestros equipos, de dos, tres o treinta personas. Al fin y al cabo, comparar tu salario lo haces con las personas de tu alrededor; observar si la meritocracia funciona o no empieza por tu Unidad o Departamento más cercano; quien te enseña el destino es tu jefe próximo que es quien te da o no da esa autonomía necesaria; debe mostrarte el propósito de tu trabajo y te ayuda a alcanzar la maestría con reconocimiento a tu trabajo. Así que decididamente… creo que esto aplica en empresas grandes, chicas, medianas y grandes corporaciones.
4. Los trabajadores tienen que venir motivados de casa.
Me encanta una frase que se la leo mucho a Alfonso Alcántara, @yoriento y que se puede leer en su libro #Superprofesional: «Estar motivado no es tener ganas, es tener motivos». Y esos motivos yo creo, firmemente, que los lleva cada uno encima desde que se levanta por la mañana hasta que se acuesta por la noche. Por eso, lo que muchas veces necesitamos no son jefes motivadores, sino que es bastante con que no nos desmotiven cada día. Que apliquen unos mínimos para que nuestros motivos no se pierdan en el agobio de cada uno.
Conclusiones… pero no cierre.
Leer sobre estos temas y analizar mi vida laboral buscando los momentos en los que algo de esto pasaba ha sido muy entretenido. Pero lo más enriquecedor son los comentarios que se reciben y que hacen que uno encuentre el propósito a seguir escribiendo. Esto no son sino mis reflexiones, que pueden no ser completas y a lo mejor, ni siquiera correctas; pero viendo el impacto de este tema creo que es algo que está candente en muchas empresas. Por eso no se puede decir que el tema esté cerrado ni mucho menos. ¿Que consideras que falta? ¿Que preguntas te surgen? ¿Que te desmotiva que no esté aquí reflejado? ¿Que te sacó de un momento como los descritos?
Fotografía: Welcome Back by jow, on Flickr