Ayer tuve un rápido pero interesante almuerzo con una de esas personas que aportan en tu vida personal y laboral porque te hacen pensar y reflexionar sobre varios temas. Y fue suya la idea de mencionar en el Blog como aportamos valor en nuestras empresas y si dicha aportación luego es tenida en cuenta. Y bueno… pues al final me he animado a escribir sobre el tema, pues creo que lo merece.

Hablando sobre la ACTITUD.

Everest and Nuptse

En una charla que doy a los Alumnos de un Máster del que también fui asistente hace muchos años, intento motivarles en el proceso de su salida del mismo y el acceso al mercado laboral y sus primeros empleos. Una de las diapositivas señala, y esto por supuesto que lo he leído de otros (véase el libro #superprofesional de @Yoriento) : “Es tu ACTITUD y no tu APTITUD lo que determina tu ALTITUD”. Vamos… que no tienes que ser el mejor del Máster para llegar a ser el mejor de la empresa.

Profundizando más en esta idea, esta misma semana, por un tema laboral, he accedido a un video que recoge una sesión de Victor Kuppers en TEDxAndorra sobre la actitud de las personas en la vida. Me hizo mucha gracia como describe a las personas que yo señalaba como “Tóxicas” en el Artículo sobre Jodiendo al personal. Pero me ha gustado mucho la “fórmula” que da al valor de cada uno.

Valor = (Conocimientos + Habilidades) * Actitud.




Y aquí señala que tenemos más valor cuanto mayores son nuestros conocimientos y nuestras habilidades; cierto, pero lo que verdaderamente determina el valor que podemos aportar es nuestra actitud. Gente con extraordinarios conocimientos pero escasa actitud no vale, no sirve, no interesa, no aporta… Sin embargo la actitud multiplica nuestros conocimientos y habilidades; nos va a hacer diferentes respecto al resto.

Personalmente estoy bastante de acuerdo con esta afirmación/ecuación. Mi rendimiento fluctúa a lo largo del tiempo no porque decaigan mis conocimientos o habilidades (ojo, es cierto que cuando empezamos un trabajo nuevo, donde nuestras habilidades para realizarlo no están afinadas y nuestra aportación de valor es menor), sino por la actitud que tengo yo de cara a mi desempeño laboral en el día a día.

Valorando la aportación al trabajo.

Pero… ¿es sencillo demostrar nuestra aportación de valor al grupo? ¿Se puede valorar sencillamente? ¿Se valora? Desde que dejamos el almuerzo he buscado y analizado un ejemplo que me puede resultar interesante: las selecciones de fútbol. En este caso un seleccionador escoge a aquellos jugadores que creen que más aportan al grupo. Y ojo, que no he dicho a aquellos jugadores que están en mejor estado de forma, o mayor estado de gracia. El seleccionador está limitado primero por temas tácticos… no puedo llevar a siete delanteros porque normalmente tengo sitio para tres o cuatro como mucho y no puedo dejar desocupadas el resto de zonas. Pero además… ¿No escogen normalmente los seleccionadores a futbolistas que sin ser los mejores en su puesto sirven para “hacer equipo”? O lo que viene a ser lo mismo… escoge jugadores cuyos Conocimientos y Habilidades pueden ser algo más baja, pero cuya Actitud puede proporcionar mayor valor al conjunto del Grupo.

Posiblemente el puesto de tercer portero de juego para estas cosas, pues si todo va medianamente según lo previsto, una competición como un mundial o Eurocopa la juegas únicamente con un arquero; si este se lesiona o si al acabar el segundo partido de la primera fase ya estás clasificado para cuartos, pasas al segundo guarda-redes (que se dice en Portugués), pero el tercero… ¿normalmente no va de vacaciones? ¿Aporta valor? Posiblemente será su actitud la que muestre el valor que puede aportar. Y de hecho esto es algo que sucede varias veces en varios equipos. Pero también podemos verlo por el sentido contrario, en una situación límite, los que se caen del equipo, son los que demuestran una peor actitud.

¿Y en una empresa? ¿Todo esto de lo que hablo es aplicable a un equipo de trabajo? Pues posiblemente si. Seleccionamos a los miembros de un equipo por sus conocimientos y habilidades, pero normalmente su aportación de valor dependen de la actitud en cada momento. Una misma persona, puede rendir diferentemente por un simple cambio de estado de ánimo.

Aquí es donde mi colega de almuerzo señala, “Pero… ¿y en una gran empresa? ¿Cómo controla una gran empresa mi aportación?” Creo yo que la respuesta a esta pregunta es que grano a grano haces una montaña y que realmente, aunque el papel de uno  sea insignificante en el conjunto de la empresa, si lo es y mucho en el conjunto de tu unidad. Y que desde ahí viene la valoración de lo que aportas tu y de lo que aportan los demás. 

Y aquí podemos volver a analizar los factores que motivan al personal incluidos los higiénicos. Porque tu motivación influirá en tu actitud. Si tu has aportado mucho a la empresa un año y ves que el ascenso se lo lleva otro; si crees que no es equiparable tu salario al de tu compañero; que cobras mucho menos por unidad de valor aportada que él, tu motivación caerá y tu actitud pasará a ser negativa.

¿Y los polizones?” – suele reclamar mi compañero. Cierto es que en una gran empresa hay auténticos especialistas en pasar desapercibidos sin dar palo al agua, que existen animales políticos que además se llevan los ascensos (ojo, las habilidades políticas y de networking también suman en la ecuación) sin sudar en el trabajo. Cierto que esa gente existe, pero aquí ya entra la ética profesional de cada uno y siempre tenemos que pensar que la suerte, al final, la tiene quien se la trabaja. Y además si un comportamiento tan negativo como promover a quienes no muestran actitud fuese sostenido en el tiempo la empresa no conseguiría retener el talento.

En resumen… como señala Victor en su charla, cuida tu actitud porque es aquello que no te podrán cambiar o quitar y realmente es aquello que puede dar valor a tu trabajo; algo que se puede valorar y de hecho se valora en todos los equipos. ¿Y tu? ¿Como vas de actitud?