El próximo Martes 14 de Julio voy a participar como ponente en una mesa redonda sobre la Empleabilidad de los Universitarios en un Curso de Verano de la Complutense de Madrid. Voy en concepto de Licenciado que ha tenido una carrera profesional interesante (en principio decían «de éxito» pero esto es sin duda más subjetivo) y con parte de la misma desarrollada en el extranjero. Y aunque voy a contar mi vida (profesional) he empezado a analizar un poco cuan «empleable» resultaba yo al acabar mi licenciatura en Economía, allá por Septiembre de 1998 (si, septiembre; siempre me quedaron asignaturas para el verano en mi periplo universitario).
Aquel año habríamos acabado Economía unos 100 alumnos de la Universidad Pública de Navarra y otros tantos, o alguno más en la privada. 200 lechones cada año, economistas, a ser absorbidos por la Economía Navarra (por aquel entonces teníamos menor movilidad laboral que ahora). Después de la crisis que hemos vivido me imagino que el número de licenciados cada año habrá aumentado (o se mantendrá como poco), habrá crecido el número de competidores y la capacidad de absorción será mucho menor al haber menos empresas.
Por este motivo hice un par de años de Cursos de Doctorado, lo cual en vez de abrir puertas laborales posteriormente cerró algunas, aunque finalmente supe darle la vuelta y mostrarlo como elemento diferenciador. Y aproveché el verano de 1999 para aprender que el trabajo de camarero Sanferminero, además de ser una dieta estupenda, es muy sufrido; y para hacer unas prácticas como gestor de clientes en la entonces boyante y hoy extinta Caja Municipal de Pamplona.
Al acabar mi segundo año de Doctorado, tras varias pruebas de admisión en varias entidades y empujado por mis propios tutores acabé siendo alumno del Máster Universitario en Banca y Mercados Financieros de la Universidad de Cantabria que patrocinaba el Banco Santander. Esta ha sido la decisión que cambió mi vida personal y profesional, pues además de ayudarme a salir de casa, me permitió conocer a la que hoy es mi mujer y entrar en la entidad en la que sigo trabajando.
Posteriormente mi carrera me ha llevado a pasar por muchos departamentos, áreas y países, habiendo vivido 18 meses en Lisboa y conocido y trabajado con Bancos y Financieras de Europa y Latinoamérica.
Pero si hablamos de ese momento en el que uno deja de ser estudiante y pasa a ser empleado… ¿quien es empleable una vez acabada la universidad? ¿que hace que un licenciado sea más apetecible que otro? ¿Serán todo cuestiones de conocimientos técnicos? ¿Compiten los recién licenciados con los profesionales? ¿Es el salario (o el no salario) una diferencia a favor de los recién licenciados? ¿Están ante un momento complicado laboralmente hablando? Supongo que el miércoles podré contaros mi experiencia en el evento, pero aquí os dejo algunas de mis reflexiones previas.
Un poco de teoría: Sobreeducación y Teoría de las señales.
De mis tiempos universitarios recuerdo una de las asignaturas de la carrera y de los cursos de Doctorado que podría aplicar aquí bastantes de sus conceptos. De hecho lo pensé como tema para una suficiencia investigadora: Economía de la educación. Y de aquella asignatura recuerdo dos aspectos que me impactaron ya entones y bueno, supongo que sin querer vas vigilando en tu devenir profesional.
La teoría de las señales concluía que el proceso universitario simplemente mandaba una señal al mercado de trabajo sobre la capacidad de una persona para establecerse un objetivo a largo plazo, 4 años en aquél entonces, y llegar a cumplirlo. Podría pensarse que una persona capaz de conseguirlo puede ser en el tiempo más productiva para una empresa que aquella que no concluye este periodo de formación. Esta teoría reduce el papel y la relevancia de los contenidos de la carrera, posiblemente y en muchos casos (ojo, esto es mucho menor en carreras técnicas o en profesiones como la de médico), a un mero incidente.
Vamos, que quitando esos puestos técnicos no es extraño ver en muchas profesiones una amalgama de titulaciones bastante simpática. En banca, sin ir más lejos, podemos tener economistas, periodistas, ingenieros, matemáticos e incluso médicos y filósofos, en puestos más o menos técnicos. Es decir, parece cumplirse este hecho de que los conocimientos adquiridos en la carrera pueden ser una base, pero no el elemento clave (repito, en muchos casos que no en todos y además expresado esto como reflexión personal, no como artículo científico).
La segunda teoría que me molaba era la de la sobreeducación. Lo que venía a decir es que la gente adquiría conocimientos excesivos para lo que luego era de aplicación en el puesto de trabajo… y eso cuando carrera universitaria y profesión estaban alineadas. Vamos, que para currar de Administrativo haciendo declaraciones y cobrando 2,20 por cada declaración acabada tienes que ser Máster en Finanzas Cuánticas (que no cuantitativas). Posiblemente «compitiendo» (lamentablemente este es el término correcto aunque suene así de mal) con una persona que había hecho un módulo de FP mucho más dirigido. Pero es que claro… si quieres diferenciarte en este mercado laboral con tantísimo paro, supongo que es necesario demostrar que «y yo más». De hecho, yo conseguí acceder a mi puesto de trabajo con la Licenciatura, los Cursos de Doctorado y el Máster y me considero increíblemente afortunado, porque pillé contrato de trabajo sin pasar por 12 meses de prácticas.
Dos habilidades Soft: Diferenciación y Actitud.
Para mí hay dos elementos que marcan ese momento de paso del mundo universitario al laboral y que marcarán posteriormente el devenir profesional de cada uno, porque son aplicables el resto de la carrera. Hay que diferenciarse del resto. Cierto, en 1998 salieron 200 economistas de las Universidades Navarras, unos cuantos miles en España. Pero sólo 36 personas hicieron el Máster de la Universidad de Cantabria. De allí sólo algunos habíamos hecho «algo» entre acabar la carrera y pasar al Máster. Tres de los cuatro contratos que hizo el Banco en aquella edición sin pasar por las prácticas fueron para estas personas. Eran «diferentes».
Y esto seguirá sucediendo en la vida laboral. Deberemos seguir mostrando que somos diferentes si queremos seguir creciendo en nuestra carrera. Por ejemplo, ¿cuantas personas alrededor tuyo se han formado en aulas de Coursera y van obteniendo cursos y certificaciones en temas de actualidad? ¿Cuantos leen y escriben sobre temas del trabajo (esto puede ser considerado autobombo)? ¿Cuantos han compaginado trabajo y estudios y se han sacado un Máster? Diferénciate y aprovéchalo.
Y la segunda es nuestra ya conocida característica: la actitud. Algo que se puede ver a la hora de encontrar trabajo. Buscar un empleo ya no es sólo enviar Currículums a ver que pasa, es posiblemente hacer seguimiento de la oferta o intentar hablar con los Recursos Humanos de la Empresa o es crear un espacio donde te puedan venir a buscar las empresas. Y ya que estamos… cuando vayas a hacer una entrevista a una empresa, y realmente te guste el empleo… ¿que tal si estudias la empresa antes de verles? La cantidad de información que ahora está disponible en Internet hace que sea muy sencillo tener muchos datos de la empresa antes del momento clave. Si demuestras lo que sabes sobre ellos estarás mostrando un interés que no todos los candidatos podrán acreditar.
Y un poco de buena suerte.Y cómo no, al final la suerte también cuenta. Sin embargo la suerte se trabaja. De Michael Jordan siempre se decía, tras una de esas canastas imposibles en el último segundo, que tenía suerte. Lo que no se decía es cuantas horas entrenaba todos los días para que al final la dichosa bolita entrase desde cualquier ángulo. Y aunque es cierto que el trabajo no te va a asegurar que tengas suerte, como dice Yoriento «Querer no siempre es poder»; no trabajar reduce muchísimo las oportunidades de tenerla.
Y a vosotros… ¿como os fue para dejar la Universidad y encontrar empleo? ¿Consideras validas estas dos habilidades soft?
La foto inicial es de la Biblioteca de la UPNA donde tantas horas metí y está tomada de su propia web.