Circunstancias de la vida, hace unos días uno de los colaboradores del equipo ha tenido que dejar de trabajar con nosotros y ha iniciado una nueva etapa de su vida profesional en un nuevo equipo, una nueva situación y muchas dudas sobre el futuro. Y en este momento de su vida nos sentábamos a hablar de como afrontar todos estos cambios y llegamos a un tema algo peliagudo. Alguien que ya tiene cuatro años de experiencia, que proviene de una empresa grande, que ha aprendido mucho en estos años y le ha tocado lidiar con personas de todo pelaje… ¿debe presentarse en su nuevo puesto con un «perfil bajo»? Pero y de cara a su futuro desarrollo profesional… ¿Los perfiles bajos triunfan o acaban «comiéndose los mocos»? ¿Es siempre la humildad una virtud? ¿Debe ser el «perfil bajo» un modo que debemos de saber activar y desactivar en ciertos momentos?
Definiendo el «perfil bajo».
Lo primero que nos encontramos fue como definíamos ese «perfil bajo» y siempre llegábamos a un conjunto de características o comportamientos que había que cumplir en esos primeros días:
– No llamar la atención
– Ser flexible
– Trabajar bien en equipo
– Ser humilde y modesto respecto a logros pasados
– Estar muy abierto a la colaboración «en positivo», aprendiendo de todos y aportando lo que en su medida pudiera.
Preparando este artículo he podido leer con calma lo que se define como «low profile». Leo en un blog que «Las personas que tienen un bajo perfil no suelen llamar la atención general. No se caracterizan por ser el centro de atención de las cosas.» O la opinión de Santiago Álvarez de Mon en un artículo de El País en el que señalaba que «una persona con low profile es discreta, nada egocéntrica, que sabe trabajar en equipo, que no necesita de los focos para automotivarse… Es una figura a proteger».
La verdad es que leyendo esto, uno no tiene muchas dudas de que la forma normal de entrar en un nuevo puesto de trabajo es mostrando este «perfil bajo». Pero… ¿debemos mantener siempre esta actitud? ¿O debemos ser capaces de jugar con este atributo? ¿Tenemos que aprender a mostrar nuestro «perfil alto» de vez en cuando?
El éxito y el perfil bajo.
Uno mira a su alrededor para ver si existen en su entorno, o en la sociedad en general, personas que con un perfil bajo hayan llegado muy lejos y cuya trayectoria pueda considerarse exitosa. Y es cierto que tenemos varios ejemplos donde podemos mostrar que «perfil bajo» no significa estar lejos del éxito. En el mundo del fútbol el ejemplo más cercano puede ser el de Vicente del Bosque, que con ese perfil bajo ha llegado a tener hasta título de noble. Pero en la empresa privada y en el mundo de los negocios podemos hablar de Amancio Ortega el fundador de Zara que tiene aversión a las cámaras, y otras personas de éxito en su ámbito que prefieren desviar los focos hacia otro lado.
En mi opinión, a las personas de «perfil bajo» les gusta triunfar con los resultados en el bolsillo y su éxito además se queda para ellos. Es decir, no se hacen notar hasta que los resultados no llegan y cuando ya llegan los resultados no los gritan a los cuatro vientos, sino que disimuladamente levantan la mano en una esquina y entonces reclaman lo que les puede parecer justo.
Y sin embargo este no es el comportamiento que implica los mayores niveles de retorno o mejores resultados. Estaba pensando en ejemplos para poder mostrar carreras de éxito con perfiles bajos y altos comparados; y dado que el ejemplo de futbolistas de éxito mundial en este momento puede resultar demasiado provocativo… me voy a ir a un deporte que levante menos pasiones: el tenis y por si acaso con un ejemplo de una generación ya retirada
Hace ya unos años el rey de las pistas era Pete Sampras, tenista norteamericano con un perfil más bajo que el de su gran rival en las pistas y en minutos televisivos, André Agassi. Primero con su pelo largo y sus extensiones y con su ropa de color que rompía los esquemas de Wimbledon; luego con su calva y sus reapariciones exitosas tras algunos meses de ausencia. Pete Sampras ganó más torneos del Grand Slam y , aunque nunca completara los 4 grandes; pero André Agassi fue el tenista mediático del momento y hasta hace muy poco seguía siendo la imagen de unas cuchillas de afeitar. Por cierto… con este ejemplo que «perfil alto» no implica tampoco caerle mal a la gente… sólo por si acaso.
La humildad está sobrevalorada.
Una vez que nos dimos cuenta de que triunfar no era imposible con un perfil bajo, aunque lo ponía más difícil, había que ver como darle la vuelta a nuestra actitud. Y recordando lecturas pasadas me vino a la mente esta frase, que la tomo de dos artículos que guardo en mis cuadernos de Evernote y que pronto compartiré en este blog. Con ella trataba de buscar argumentos para dar un paso adelante y abandonar esta actitud que a veces llegaba a ser hasta sumisa.
En el primero de ellos, Andrés Perez Ortega, conocedor en profundidad de los temas de marca personal, señala que «si eres tan modesto y humilde que nadie se entera de que existes quizás vayas al cielo pero pocos podrán beneficiarte de tu valor«. Vamos, que está muy bien el «buenrollismo» pero que de vez en cuando hay que poner los argumentos (tu trabajo) encima de la mesa y hacerlos valer.
El otro artículo es de Francisco Alcide, dentro de su blog, señalando que: «El problema no es la virtud (la humildad, que es altamente recomendable) sino su «exceso» o su «defecto»». O sea, que lo mismo que la ausencia de humildad nos puede llevar incluso a vivir situaciones desagradables con un compañero de este tipo; el exceso de humildad también es negativo y nos volvería a llevar a la situación descrita por Andrés.
Resumiendo que es gerundio.
Vamos, que después de nuestras varias charlas sobre el tema llegamos a la conclusión de que lo mejor, como ya decíamos anteriormente, era tirarse por el perfil bajo. Básicamente por una sencilla razón, era lo que la forma de ser de nuestro compañero representaba. El colega no era precisamente el Mourinho del área, pareciéndose bastante más al Del Bosque del área, pero con una hoja de éxitos aún por completar… Por lo que hacerlo de cualquier otra forma podría resultar en un desastre de magnitud incalculable.
Pero lo que si es cierto es que ambos quedamos con el deber de aprender a estar más orgullosos de nuestro trabajo; valorarlo en su justa medida y de aprender a ponerlo en valor en situaciones futuras.
¿Y vosotros? ¿Sois de perfil bajo? ¿Alto? ¿Consideráis ventajoso alguno de los dos? ¿O los consideráis negativo? ¿Os habéis encontrado alguna vez con alguien de perfil alto pisoteando vuestra carrera?