Sucede a veces que cuando estás escribiendo una serie de artículos sobre un tema, en este caso el de las reuniones y todos los aspectos que las hacen ineficientes, te van llegando ideas e inspiraciones para otros artículos. Alguien me preguntó en estos días de donde sacaba el tiempo para escribir el blog y me decía que el no tenía tiempo para algo así. Por las mismas fechas leía un artículo de Andrés Pérez Ortega y me ha gustado la reflexión que hace sobre «perder el tiempo con el móvil» en el tren, un tiempo que antes dedicaba a leer libros. Y al final me dediqué a darle vueltas a este tema ¿A qué dedicamos nuestro tiempo? ¿Es cierto que «no tenemos tiempo para…» o no es más que una excusa para no hacer algo?
Hace ya más de un año sufrí un episodio de vértigos, en la cama, aquello se movía como si mi cabeza fuera la de la niña del exorcista. Por suerte no me ha vuelto a repetir porque la sensación fue muy desagradable. El caso es que en aquel momento, el doctor que me atendió me dijo que tenía que hacer más ejercicio y mi respuesta fue… «no se de donde sacar tiempo». Y en aquel mismo momento me di cuenta de que era una excusa muy mala.
Esta claro que es asignamos nuestro tiempo en función de nuestros gustos y prioridades. Le vamos a dedicar tiempo a aquello que nos parece prioritario y nos reporta beneficio personal, el cual no tiene que ser económico. Según nuestros gustos dedicaremos más o menos tiempo a trabajar, a leer, a ver la televisión a ir a conciertos, a estar con la familia o con los amigos, o a dormir. Y está claro que dicha asignación es puramente personal.
Por ejemplo, escribir estas líneas muchas veces me hace renunciar a hora o dos de sueño, pero el placer de escribir, descargar energía contra las teclas, me reporta más beneficio que el coste de las horas de sueño al día siguiente. Me puede suceder lo mismo cuando estoy leyendo un buen libro. Yo puedo renunciar a dormir por dos actividades que me aportan más que un rato más de sueño.
Hace mucho que reduje mi consumo de televisión al mínimo y en vez de ver programas que me aportaban cero, leo mi RSS y los artículos que guardo en el pocket como interesantes; o las páginas del libro que toque en ese momento (mucha novela negra y algo de temas de trabajo). Además, cuando el crío está despierto el tiempo es para estar con él. Sólo cuando el se va a la cama, los días laborales, leo y escribo. Los fines de semana da gusto estar con los amigos e incluso echar una siesta a veces es realmente productivo.
Y claro, como tengo muchas ganas de hacer todas esas cosas, intento que mi vida estrictamente laboral, lo que no es fácilmente definible cuando un porcentaje alto de mis artículos guardados de blogs hablan de excel y de banca, sea corta pero productiva y efectiva. Por eso la aplicación de muchas ideas que leo sobre productividad personal, sistema GTD, priorización, regla de los dos minutos, técnica pommodoro… todas esas cosas permiten que mis días laborales sean más efectivos… y como ya dije hace mucho tiempo, cuanto más productivo soy, más tiempo libre tengo.
Volviendo a mi caso del gimnasio… yo «no tenía tiempo» para ir al gimnasio. Ya sabéis mi máxima de «mens sana in corpore corrupto«. Pero cuando además de los vértigos, el fisio me dijo que mi solución era el ejercicio, mi tensión arterial dijo que la solución era el ejercicio, y mis niveles de colesterol apuntaban en la misma dirección… entonces la priorización del gimnasio y del ejercicio subió bastantes puestos. Ya consigo ir al gimnasio unos 60 mintos tres días a la semana. Esos días en vez de comer en una hora, como en treinta minutos y alargo mi jornada laboral, ya sea en el trabajo o en casa; y sigo automatizando al máximo posible la parte repetitiva de mis tareas.
Así que ya me he dado cuenta de que no puedo usar la frase de «no tengo tiempo para…» sino que debería decir que «no esta en mi lista de gustos» o modificar mis prioridades caso de que esa nueva actividad me vaya a reportar beneficios. ¿Y vosotros… renunciáis a algo para llegar a todo? ¿O sois de los que «no tenéis tiempo»?