A few more stepsYa os he contado muchas veces que estoy en un momento de mejora de estado de salud, física principalmente, pero también está siendo mental, y es que va todo ligado. Ya después del verano describía mis avances en solitario, con poco impacto en resultados. En mi artículo pasado señalaba como había aumentado la prioridad del asunto y había empezado a dedicar al cuerpo el tiempo y la atención que se merece. Pero esta vez con un éxito bastante significativo. ¿Cuál es la diferencia?

Supongo que este acercamiento hacia una mejora del estado físico no es algo que se me ha ocurrido sólo a mí. Seguro que todos nos hemos puesto más de una vez. Pero como todo en esta vida, y como nos recuerdan los que saben mucho de estos temas, todo proyecto tiene que tener unos Objetivos claramente fijados. Oye… pero esto yo ya lo había cumplido!!! Podemos decir muchos. Yo sin ir más lejos hace dos o tres años me planteé a principio de año (¡Já, que iluso!) el “Objetivo 80K-10K”. ¡80 Kilos – 10 kilómetros corriendo!. Si se vende hasta bien… El objetivo era bajar 10 Kilos, hasta los 80, y poder correr la San Silvestre del años siguiente, de unos 10 kilómetros. El resultado ya lo conocéis o lo podéis presuponer. Máximo histórico de 95 kilos y una capacidad de correr seguido a un ritmo constante de minuto y medio… FRACASO!!!  ¿Y por qué esta vez va a ser distinto?

Este nuevo intento de adelgazar no lo estoy haciendo sólo. La entidad donde trabajo decidió lanzar un programa llamado “Mejora Tu Salud” a personas con un Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 28. Por poner unas referencias, entre 18 y 25 estás en el peso adecuado. Desde el 25 al 30 estás en Sobrepeso, con dos categorías dentro de este nivel. Por encima del 30 ya eres oficialmente obeso. Yo estaba en 29,9 (por quien tenga curiosidad este es un link a una calculadora del IMC). El programa subvenciona, cumpliendo con el indicador inicial y tras pasar unos análisis, seis meses de gimnasio a coste cero con varias sesiones con un entrenador personal y diez visitas a la nutricionista en el mismo periodo de tiempo a precio reducido. Muy bien, pero… ¿Qué cambia? Pues en una palabra… cambia TODO.

Cambian los Objetivos. Yo decidí ponerme un objetivo de bajar unos 10 kilos en 12 meses, sin tener ni idea de si eso era mucho, poco o regular. En mi primera visita a la nutricionista me dijeron que el Objetivo era bajar el peso un 10%, en un plazo de 6 meses. Que normalmente se puede bajar si se cumplen las pautas (alimenticias y deportistas) entre kilo y kilo y medio por semana y que es más fácil al principio. Los objetivos no están puestos a huevo (perdón por la expresión). Sino que tienen una base en el conocimiento de una experta. Son medibles y están cuantificados y casi casi periodificados.

Cambian los Medios. Mi magnífico plan para bajar de peso era… inexistente. Comer menos y caminar cuando fuera posible… esas eran las líneas maestras. Repito, inexistente. Ahora… no hay color. Me han dado acceso al gimnasio y me han dicho qué tipo de ejercicio (tanto cardiovascular como de fuerza) debo realizar y me han dicho qué alimentos debo y no debo comer (si, esta parte es más aburrida que la de las máquinas). Es decir, tengo un plan y medios para llevarlo a cabo.

Cambia el Compromiso. En mi intento personal (lo iba a llamar plan, pero no cabe dicha palabra) sólo yo era parte de mi objetivo. Sólo yo lo conocía. Sólo yo veía si lo cumplía o cuanto lo incumplía. Y yo me hago trampas al solitario. Ahora sin embargo tengo sesión con un entrenador cada dos o tres semanas y visitas periódicas a la nutricionista. Y además todo el mundo sabe que estoy metido en el programa. A los demás no se si les pasa, pero a mi me da vergüenza reunirme con esas personas y no haber cumplido mi parte del trato. Mi nivel de compromiso con este tema ha aumentado una vez que tengo a un grupo de “auditores” detrás que casi me fiscaliza…

Cambian las metas. Es cierto que yo me pesaba cada cierto tiempo para ver cómo iba el tema. Es cierto que a veces las cosas no iban mal del todo. Pero si un día me hinchaba a patatas fritas y luego me pesaba me decía que el fracaso estaba en esa sesión de fritura extra. Vamos un fracaso de seguimiento. Ahora no. Cada quince días veo a la nutricionista y yo mismo me voy poniendo metas más cortas (el «partido a partido» que tanto ha predicado el Cholo Simeone). Y me enfado cuando no las cumplo. Pero voy orgulloso de mis logros, porque voy cumpliendo las pautas y voy consiguiendo los objetivos y eso retroalimenta las ganas de seguir adelante.

Cambian los resultados. Llevo algo más de un mes con el plan y los resultados se ven y se notan. Estoy en mejor estado de forma, he perdido kilos y volumen (al final lo que me va a costar el programa es una pasta en ropa nueva), hasta estoy mejor de mi tensión arterial y ya soy capaz de correr más de un kilómetro sin pararme. Estoy viendo resultados intermedios muy positivos y como ya dije, empiezas a entrar en un círculo virtuoso.

Resumiendo y aplicándolo a otros campos (que también es gerundio)
Como habéis visto, todo ha cambiado. Lo que era un deseo más que un objetivo se ha transformado en todo un plan, con todo lo que debe contener un proyecto en condiciones.

  • Existen unos objetivos realistas, casi científicos y además periodificados para saber que vamos por el buen camino.
  • Existe un plan y se han previsto unos medios para cumplir el plan.
  • Existe un compromiso propio con el proyecto (que en mi caso está muy reforzado por personas externas, lo cual no creo que sea malo si el compromiso propio no es suficiente).
  • Se hace un seguimiento de los avances y las metas y del cumplimiento de los resultados. Lo cual da para establecer planes de mejora o contingencia.

Si ahora miramos a nuestros proyectos laborales… ¿podemos decir que cumplimos con todos estos puntos? ¿Podemos observar que elementos faltaban cuando hemos fracasado? 

Un saludo