Es curioso. Algunas tormentas terminan a la voz de ya. Las nubes se disipan rápidamente, la mar se calma y el capitán o la persona que queda al mando coge el timón y emprende la marcha, con un destino bien conocido. Es más, parece que pronto se ha corrido la voz de que re emprendemos la marcha porque ya se acumulan los pedidos. Pero a los marineros, a veces, la tormenta les supera, y les cuesta volver a sus funciones, y más aún, cuando a causa de las bajas, las funciones cambian. Pero no hay tiempo que perder y para poder cumplir los objetivos, toca retomar los hábitos . Y para mi, hay dos que están resultando fundamentales: «apúntalo todo» y «empieza ya mismo».
Apúntalo todo.
Desde luego que no es la primera vez que hablamos en este blog de la necesidad de apuntarlo todo; ni es un tema que sea novedad entre los grandes escritores de temas de efectividad, recordarnos que nuestro cerebro no está para vivir días enteros rumiando temas pendientes. Pero como señalaba, me está resultando fundamental en estos días de retomar la marcha.
Me veo anotándolo (capturándolo que se dice en GTD) todo en el papel. Los correos que llegan por la noche y requieren de mi atención; las tareas que resultan de una reunión de equipo; las que llegan por teléfono y las que lo hacen de viva voz. Dejándolas anotadas me puedo olvidar de ellas porque siempre están ahí, esperándome cuando vuelvo la vista hacia la hoja de pendientes.
Pero es más. He comenzado por apuntar en un papel cuales son mis nuevas funciones, mis nuevos ámbitos de actuación en el trabajo. No es porque se me olviden, es por la querencia que tengo hacia lo más sencillo (supongo que la tenemos todos). Y afrontar lo conocido es más fácil que darle caña a lo nuevo, más aún cuando lo nuevo es desconocido (la famosa zona de confort, vamos).
De hecho, esto de los ámbitos no aporta mucho a la hora de escoger la próxima tarea (realmente no aporta nada), pero creo que es bueno recordarme a mí mismo mis nuevas funciones en el barco… y el segundo hábito que estoy intentando implantar me tiene que ayudar mucho.
Empieza ya mismo.
Me lo ha recordado esta semana Jordi Fortuny en su blog «efectivitat»: «cualquier tarea o proyecto, por muy grande que sea o muy complicada que parezca, siempre empieza con una acción, con un movimiento«.
Y es que no puedo negar que está costando ponerse con esa parte nueva. Exige formarse, entender un tema nuevo, comprender qué se puede hacer y qué no tiene sentido, alinear su objetivo con una meta superior… Y cualquier excusa es buena para posponer el inicio.
Pero no hay nada que vaya a hacer que ese conjunto de tareas desaparezca. No va a caer una orden desde el camarote del Capitán diciendo que nos olvidemos del tema. Estará esperando en la lista de tareas. Y podremos leer (y aplicar) que hay que tragarse ese sapo, que hay que trocearlo y que debemos automotivarnos para conseguirlo. Pero finalmente llegamos a una conclusión: sólo hay una forma de enfrentarse al tema en cuestión, empezando de un p*#@ vez.
Supongo que hay ciertos elementos conforme vas cumpliendo años y vas ganando experiencia que hacen que esta reacción tan negativa sea normal. Sabemos que nos vamos a caer, no una ni dos, sino muchas veces. Que al principio vamos a avanzar despacio y que vamos a retroceder. Que nos vamos a llevar algún capón de los superiores. Pero también sabemos que si estamos aquí es porque de todas las veces que nos caímos nos hemos levantado; y que hemos aprendido en el camino. La recompensa será saber que lo hemos conseguido… otra vez.
Resumiendo.
Resulta que volver a poner toda la maquinaria en marcha, pasar de 0 a 100, no ha sido tan sencillo como esperaba. Aunque quizás sería mejor decir que está siendo aún más complicado de lo esperado. Pero ante estas dificultades ha habido varios hechos que ayudan a seguir empujando. Y algunos muy emotivos, cuando ves que a tu lado está remando algún colega que ha tenido una lucha mucho peor que nuestra tormenta.
¿Y vosotros? ¿Habéis sufrido alguna de estas tormentas? ¿Y como os habéis repuesto?
La foto está obtenida de Flickr. Es de Chad Sparkes: «Passing Through the Sunset»