El cambio es difícil. A todos nos cuesta cambiar. Y este es un momento de cambios. Así que bajo estas tres premisas es sencillo encontrar en nuestro mundo profesional varios ejemplos alrededor que nos muestran lo complejo que resulta adaptarse a unos momentos tan convulsos como este. En momentos así, ser un ejemplo es sin duda un arma muy importante, sin duda muchísimo mayor que el discurso del cambio. Parafraseo a Woody Allen cuando dice eso de «No digas las cosas, hazlas, porque haciéndolas se dicen solas».

La historia que cuento a continuación es un ejemplo real, sencillo y vivido hace algunos años. Quienes trabajaban conmigo en aquella época lo pueden recordar fácilmente, otros me lo habrán escuchado a posteriori y quizás no sea siquiera un ejemplo exclusivo, porque puede haberse dado en todas las empresas como en la que yo trabajo.

La llegada al mercado de trabajo de nuevas generaciones; la ocupación por las nuevas empresas tecnológicas de los primeros puestos de la capitalización bursátil mundial y la aparición de nuevos líderes en las empresas de todo el mundo ha traído hasta cambios en la vestimenta profesional de las personas. Famoso es el armario de Mark Zuckerberg por tener muchas veces el mismo modelo de camiseta y vestir siempre de igual forma (una decisión menos que tomar a primera hora de la mañana). Quienes hayan visto la serie de Billions se darán cuenta de que su protagonista casi siempre viste con camiseta y chaqueta con capucha, lo que yo creo que es una referencia al propio Zuckerberg.

Este modelo ha tenido su impacto en la empresa tradicional, aunque no es que vayamos de uniforme o con vaqueros todos los días; pero si ha implicado la progresiva desaparición de la corbata. Pongámonos pues en los primeros años de esto que llamamos transformación digital. Pongámonos en la situación de incentivar la desaparición de las corbatas en los centros de trabajo. Los mensajes de «no es obligatorio venir con corbata» pasaron a ser una constante que se repetía en varias de las charlas y convenciones donde hablaban los grandes jefes. Recuerdo a uno en especial que no se cansaba de decirlo en nuestro entorno.

En aquellos momentos, intentando reducir la brecha entre la Alta Dirección y los empleados , se estilaban (y se estilan) las reuniones a pie de pradera. En esa zona que queda más clara, sin tanta mesa, sin tanto jaleo, normalmente cerca de los despachos del jefe. Y recuerdo tres reuniones que habrían tenido lugar en un espacio de tiempo no mayor de seis meses. A la primera de ellas, habrían llegado con corbata un 30% de los empleados (contando sólo los hombres en este caso). Lo cual fue resaltado por el jefe como correcto y que había que seguir trabajando en ello. El jefe, sin embargo, sí llevaba corbata.

A la segunda reunión fueron con corbata el 50% de los hombres. Se volvió a recordar el hecho por parte del jefe, que portaba su corbata (por obligación personal recordaba él). En la tercera reunión, el porcentaje de hombres con corbata estaría en el 70% o más y el gran jefe, seguía llevando corbata. Por circunstancias de la vida, yo creo que ya no hubo otra reunión de aquellas, pero seguramente el número de corbatas habría seguido aumentando.

Si queremos dirigir el cambio desde arriba; si queremos incentivarlo, debemos dar ejemplo del mismo. Sustituid ahora la palabra corbata por cualquier software, modo de trabajo, costumbre, horario, medida de flexiworking etc…Ya no estamos hablado de los mensajes contradictorios más allá del «no uso» de la nueva medida promulgada, que los hay; sino simplemente del hecho de no ser un ejemplo en la implantación de la medida. Los resultados sin duda serán más o menos los que reflejo en el caso real de las corbatas.

No es una cuestión de repetir 100 veces al mundo que tienen que cambiar, es predicar con el ejemplo cada día. ¿Y vosotros? ¿Predicáis con el ejemplo? ¿O sois de los que repiten un millón de veces la soflama sin ponerla en práctica? ¿Habéis vivido casos similares a este? Se agradecen vuestras respuesta y comentarios.

Fotografía: 01/365 – Red Tie for New Year’s Eve. Roberto Ventre – En flickr.