
Decía en mi artículo anterior que en este os hablaría un poco más de mi nueva vida. Pues bien, las primeras líneas de este post están escritas desde Milán, donde STEP, nueva empresa de la que soy orgulloso cofundador y en la que ahora mismo hago de todo (desde crear una sociedad, hacer las fotocpias y poner los cafés, lo que hacen en mi opinión todos los emprendodres) ha lanzado de la mano de Azimut, la mayor gestora independiente de activos de Italia, el sitio Azimut MarketPlace by STEP, el primer ecosistema fintech para la pequeña y mediana empresa. Para los no puestos en estos temas de fintechs nosotros lo solemos explicar como «el nuevo amazon de servicios financieros para PyMEs» y que esperamos traer en breve a otos mercados.
Aparte de este pequeño momento personal (que para eso sigue siendo mi blog), traer este proyecto aquí, a efectivarte, viene por el hecho de que desde su concepción hasta su puesta en marcha y anuncio público el 95% del trabajo se ha realizado en el formato de teletrabajo. Es más, muchas de las personas implicadas en el mismo estamos a varios miles de kilómetros de distancia y en diversas fases podemos decir que hemos estado en contacto desde varios países tan lejanos y dispersos como Brasil, USA, China, y tres puntos en Europa (España, Italia y Portugal). Luego… si un proyecto como este, se ha podido hacer desde cero en remoto… ¿Qué es lo que pone tantas trabas al mantenimiento de esta opción de trabajo? Si el otro día vimos algunas explicaciones del lado de la empresa, hoy vamos a ver algunos de los miedos que sufren los empleados.
Esta misma mañana leía en El Economista que si sólo las dos opciones extremas fueran posibles, esto es 100% teletrabajo o 100% presencial, la primera opción, el teletrabajo, se llevaba el 61% de los votos (vs 39% la oción totalemnte presencal). Cierto es que las cosas no tienen que ser o blancas o negras y hay una gran escala de grises. Parece ser que las soluciones híbridas son las que más gustan a los empleados, y ahí ya empiezan as discusiones si son 4 días en casa, ó mejor sólo tres, ó quizás dos… No hay respuesta que guste a todos como ya podemos imaginar. Pero además de una cuestión de gustos, hay un tema importante y es el de los miedos que le genera al tranajador la opción del teletrabajo.
Hay un miedo que sin embargo crece entre aquellos trabajadores a los que les gustaría optar por el teletrabajo y es el impacto que dicha elección puede tener en sus posibilidades de crecimiento dentro de la empresa. Jefes más antiguos preferirán empleados que sigan sus formas de trabajo y por lo tanto darán prioridad a las personas que trabajen físicamente en sus oficinas. Y esto es algo que deberemos ver con el tiempo si realmente sucede, aunque según algunos estudios señalan, esto ya estaba aconteciendo.
Pero ya no es sólo los miedos en el largo plazo. Existe también un nuevo efecto que describía perfectamente @jordifortuny en su blog efectivitat.com y no es sino el de la culpa virtual. Esta culpa se describe como «la preocupación que sienten las personas porque sus responsables o colegas piensen que no están realmente trabajando si no pueden contactar con ellas al instante» y sin duda es el efecto en el corto plazo, el problema diario al elemento anterior del miedo a perder posibilidades de promoción.
Quizás esto es lo que se traduce en un comportamiento que a mí me resultó chocante, por no decir excesivo, en los últimos meses y es el de la puntualidad en las reuniones por videoconferencia. Veníamos de cierta dejadez en cuanto a términos de puntualidad. No era un valor al alza. De hecho, muchas reuniones en mi centro de trabajo empezaban tarde porque la gente tenía que llegar físicamente de otros edificios (aunque a veces también eran del propio edificio e incluso de la misma planta). Todo el mundo daba por supuesto que el resto de los convocados a la reunión estaban muy ocupados y por lo tanto la espera era normal. Diez minutos no suponían ningún problema y a los jefes se les podía esperar quice, veinte o media hora… Y sin embargo, una vez se iniciaron las videoconferencias, llegar un minuto tarde era sinónimo de estar en casa tocándose salvas sean las partes. La gente en cuanto se pasaba la hora chateaba para avisar que llegaba tarde y ojo, que casi había competiciones por ver quien abría la reunión. ¿En vuestras empresas pasaba lo mismo? Parecía que teníamos miedo de que la gente pensara que no estábamos trabajando. De hecho, era cierto, ese miedo era real y este era un ejemplo de lo que Jordi señalaba en su artículo.
Pero esto no implicó una mejora en el resto de prácticas que rodean a las reuniones. Nada de orden del día, nada de citar sólo a los indispensables, nada de no poner reuniones fuera de hora, nada de preparar una reunión con anteriorirda… Aquellos que seguís a @evacantavella en su blog de Reuniones Eficaces ya sabéis a qué me refiero. Manteníamos las malas prácticas que ya teníamos muy interiorizadas y sólo cambiamos el comportamiento que pensábamos que podía ser mal visto por el resto de asistentes… ¿Creería el ladrón que todos eran de su condición?
Acabando, que ya va siendo hora, los trabajadores tienen miedos si escogen el teletrabajo, miedo a que se olviden de ellos, miedo a que alguien considere que trabajan menos, miedo a no poder seguir creciendo en su empresa y dichos miedos son un obstáculo a la implantación del teletrabajo en esta vuelta «a la normalidad».
Y sin embargo, en mi opinión, el teletrabajo funciona!!!
¿Cómo lo veis vosotros? ¿Habéis sufrido estos miedos? ¿Creéis que son reales? ¿O que no tienen razón de ser? Espero vestros comentarios. Y nos seguimos leyendo.