«Perder» el tiempo para ganar tiempo

Tiempo

Mi último año eño de trabajo en mi anterior empresa (clicka en el enlace al artículo anterior si quieres saber algo más de mi vida) estuve metido en un proyecto muy grande y relevante para el área de trabajo en el que yo estaba. Un proyecto tochísimo del que una de sus partes nos tocó a un equipo de 4 personas dedicadas casi al 100%. Por ponerle un poco más de presión, nuestra misión tenía un altísimo impacto para el resto de usuarios y una mala ejecución podía dar al traste con todo el proyecto en su conjunto. Si lo hacíamos bien, eramos una parte más del proyecto, pero si la cagábamos nos cargábamos el proyecto en su conjunto. Vamos, lo que viene a ser el trabajo en equipo…

Además y como sucede en todos los proyectos de este tamaño siempre hay una espada de Damocles amenazándote: los plazos de entrega. Alguien decide cual es la fecha del lanzamiento y eso queda marcado en todos los calendarios. Por si fuera poco, y dada la magnitud y relevancia del proyecto, se decidió poner una cuenta atrás a modo de mural en medio de la pradera, que alguien todos los días se dedicaba a actualizar. Dicha cuenta atrás estaba justo frente a nuestro «Córner» de trabajo, lo cual nos dejaba bien clarito el tiempo que quedaba. Y para mayor enjundia, nuestra entrada en el proyecto se retrasó un poco… así que por decirlo de alguna forma, no habíamos empezado y ya íbamos con retraso, ya estábamos llegando tarde.

Por ampliaros un poco más el detalle de nuestra misión, de nuestro rol en el proyecto, os diré que nuestro producto se iba a seguir utilizando contínuamente por los usuarios mes tras mes, cierre contable tras cierre contable, por lo que era necesario que aparte de ser fiable fuera facilmente actualizable y reutilizable ante posibles modificaciones en ciertas estructuras de negocio. Algo, que en nuestra empresa y debido a diversas cuestiones es bastante fácil que suceda, como de hecho así ha acontecido en estos meses.

Nuestros entregables eran esperados por los usuarios, casi que con ansia se podría llegar a decir. Es más, dado que un usuario potencial de la información que se generaba era la Alta Dirección, la presión no sólo venía de empleados rasos, de compañeros de proyecto, sino también de todos los jefes que querían empezar a ver resultados cuanto antes y más aún, sabiendo como te han dicho, que has llegado al proyecto con demora… Así que en ese momento y como responsable de aquel equipo de trabajo lo que quieres hacer, lo que te pide el cuerpo, es empezar a entregar cosas desde el minuto uno, porque tienes que demostrar que vas a recuperar el tiempo que tú no has perdido pero que ya has acumulado de demora.

Y es entonces cuando en tu equipo alguien dice: «esto habrá que analizarlo, ¿no?». Alguien que por otro lado, tiene un grado de experiencia tal, que no le puedes decir que no, que sabes que está en lo cierto, que simplemente por el hecho de que lo haya sugerido ya deberías estar haciéndolo. De hecho, Albert Einstein dijo en una ocasión: “Si yo tuviera una hora para resolver un problema, y mi vida dependiera de la solución, gastaría los primeros 55 minutos en determinar la pregunta apropiada, porque una vez conociera la pregunta correcta, yo podría resolver el problema en menos de cinco minutos”. Pero a ver quien es el que le dice al jefe que la primera semana no va a poder ver ni mucho menos tocar nada… Bueno, para eso estaba el responsable del equipo (o sea, yo) y un compañero infatigable que me ayudaba a contarle todas esas malas noticias al jefe.

Cuando tú le dices a tu jefe que de momento no hay nada para entregar, porque estás analizando como vas a plantear la solución, sabes que en su cabeza pasan montones de preguntas. «¿Serán las personas correctas?», «¿Por qué les habré dado a estos esta responsabilidad?»… Y sobre todo le pasa un pensamiento, o si el no lo piensa, tu sí estás pensando qué el lo piensa (si le ponéis la voz en off de Quim Gutierrez podría ser de una de sus películas): «Estos están perdiendo el tiempo». Y ahí te tienes que mantener firme, porque tú y tu equipo sabeis que no es cierto, que el pensamiento de vuestro jefe es equivocado, que el verbo del título del artículo no es correcto. Vosotros no estáis perdiendo el tiempo, estáis invirtiéndolo. Porque sabéis que esos tres, cinco o siete días que vais a pasar pensando en la mejor solución van a traer grandes recompensas en el futuro. Que el tiempo dedicado ahora va a ahorrar horas y horas del día de mañana de todos los usuarios. No es un gasto, sino una inversión porque va a dar réditos, intereses, va a permitir ganancias futuras.

Es complicado, porque a veces estas ganancias futuras pueden tardar en verse y mucho. Pero por ello, a posteriori y cuando se presenta la oportunidad hay que recordar que las actualizaciones que tardas minutos en hacer, que los cambios y modificaciones que consigues que funcionen de un día para otro, son fruto de la inversión de tiempo inicial, son el resultado de aquellos cinco días en los que nadie no pudo ver nada, en los que todo el mundo se estaba poniendo nervioso y tu y tu equipo pedíais calma porque estabáis analizando el problema.

De aquella salida a producción han pasado ya 18 meses. Yo ya no estoy ni siquiera en la misma empresa. Pero sí tuve tiempo suficiente para ver que lo que habíamos sembrado había dado sus frutos. Hubo muchísimas oportunidades en las que pudimos recordar que si las cosas estaban saliendo bien era por el tiempo invertido la primera semana para pensar. De hecho, hay una frase que se repite en muchísimos proyectos y que es la que este artículo quiere evitar a toda costa y es aquella que dice: «si lo hubiéramos pensado antes lo habríamos hecho de esta otra forma».

Gracias equipo, gracias córner, por recordarme que muchas veces, «perdemos» el tiempo para ganar tiempo.

¿Y a vosotros no os ha pasado esto en ningún proyecto? Espero vuestros comentarios.

  • PS: La foto del artículo es de Antonio Campoy, se titula «Tiempo» y la he obtenido de Flickr

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