
No sabía si titular este artículo parafraseando el famoso libro del queso «¿Quién se ha llevado mi atención?» o si hacerlo con la canción de Sabina sobre el mes de abril y he decidido que sea este último porque puedo incluso podría continuar con la letra, «¿Quién me ha robado la atención? La guardaba en el cajón donde guardo la razón… Como pudo sucederme a mí»…. Y es que siempre he considerado que dado mi pasado ajedrecista tenía una gran capacidad de atención, concentración o foco. Os sitúo.
Desde las 16 años hasta que dejé Pamplona por motivos laborales estuve jugando al ajedrez y dando clases en mi club, Mikel Gurea. Los sábados por la tarde o domingos por la mañana jugábamos algunos campeonatos, y muchas de mis navidades pasaba varias tardes enteras jugando un Campeonato Internacional de «Ajedrez clásico» con partidas que se podían alargar muchas veces más allá de las cinco o seis horas. 300 minutos en los que no tenías otra cosa entre ceja y ceja que la posición del tablero. Te levantabas al baño y te ibas rumiando con ella; hablabas con otro compañero y podías comentar tu posición de memoria; acababas el juego y podías seguir dándole vueltas a la posición tres horas más tarde porque eras incluso capaz de replicar la partida sin mirar la planilla hasta varios días después. Y eso que yo no pasé de jugador aficionado mediocre tirando a malo.
Serán los años, la latitud y longitud, o yo que sé… pero ahora soy incapaz de mantener la atención en una cosa 3 minutos. Bueno, quizás exagero un poco. O quizás no. Para llegar a los 25 minutos de un pommodoro, ya tengo mis problemillas. ¿Donde se quedó todo ese poder de atención? ¿Quién me lo ha robado? Lees artículos por ahí y parece que no soy el úncio, que muchos sufrimos de este problema. Nos bombardean a mensajes, a notificaciones, a impactos… De hecho, ya dicen que cinco segundos es lo que dura la atención media que los ciudadanos dedican de manera sostenida a un mensaje, un artículo de prensa, una fotografía, un vídeo o una conversación. Que o los enganchas en este tiempo o los pierdes.
Así que das por sentado que vives un mal endémico de la sociedad. Que eres como tantos otros que miran el móvil cada tres minutos aunque ya hayas quitado las notificaciones. Estamos tan fuera de foco, que somos capaces de sacar el móvil para mirar la hora (aunque tengamos reloj), mirarla, guardar el móvil en el bolsillo y no saber que hora es. Y eso cuando la miramos, porque a veces sacamos el móvil para mirar la hora, lees dos whatsapps, te tiras un rato con el tik tok, el twitter, contestas un correo para que no te remuerda a conciencia y la hora ni siquiera la has mirado.
Pero un día, casi 20 años más tarde, te llaman de Pamplona para que vuelvas a jugar una partida con tus colegas. Te sientas en la mesa, apagas el móvil siguiendo las normas del ajedrez y te zambulles en el tablero, en las 64 casillas, en los 32 escaques negros y los 32 blancos y durante 3 horas vuelves a estar centrado en una única cosa, el tablero y tu partida. Te has tomado una caña, un vermú, el vino de la comida, te has metido un gorrín asado entre pecho y espalda antes de sentarte frente a tu rival y ni eso ni el jodido móvil, nada te distrae de tu objetivo final: dar muerte al rey negro (o intentar defender al tuyo del mismo final).
Nadie me ha robado la atención, está intacta, sigue conmigo. Soy capaz de poner foco en lo que quiero y cuando quiero. Ese es mi aprendizaje. Soy plenamente consciente de que puedo dejar el móvil en su sitio guardado y dedicarme a lo mío (sea lo que sea en ese momento)… Pero también sé que si lo dejo cerca podré salir de ese correo que no quiero acabar, de esa traducción que no quiero hacer o de esa prueba sobre la webque tenía que hacer mañana. Así huiré de una tarea ingrata viendo esos bailecitos estúpidos de Instagram o las montañas de carne que se pueden ver en tik tok.
Mañana creo que lo que guardaré en el cajón será el móvil y dejaré que mi atención me acompañe a lo largo de este año 2022. Y al que no le pase esto… que ponga el primer comentario.
Me siento super-identificado con este post tuyo, Alberto 😀
Me pasó exactamente lo mismo la semana pasada y con la misma reflexión.
Hacía tiempo que no jugaba a ritmo lento, no sabía si tendría capacidad de atención, llegó la liga el sábado y 4 horas sin pestañear. Ni paseítos ni nada 😀 !
Y en el día a día saltando de tema en tema con las exigencias de un empresario normal.
Un abrazo!
Bienvenido Iago y me alegro que compartas la reflexión y que curioso que te pasara con el mismo ejemplo.
Me estoy leyendo «Céntrate» (Deep Work) de Cal Newport y es que viene a transmitir una de nuestras partidas de 5 horas. Trabaja con profundidad (yo creo que llego a ver tres jugadas más :-), pero cuanto más profundo el análisis mejor), abre las puertas al aburrimiento (todavía no he empezado el capítulo, pero aprenderse la apertura larsen con sus variantes no es una fiesta), alejarse de las redes sociales (ahora te obligan a apagar el móvil en la sala de juego) y elimina lo superficial… (no nunca analizo que pasa si entrego la dama a cambio de nada) 🙂
Pero eso sí… salir del juego y en un loop infinito con el móvil 🙁
Gracias por comentar y bienvenido por esta web 🙂