Sin duda, el tema de los becarios siguió dando que hablar hace un par de semanas. No por el artículo previo de este blog, cuyo alcance no no es similar al de algunos grandes medios digitales. Sino por las noticias que continuaron apareciendo sobre el tema en más artículos de los ya mencionados. Así nos comentaron la existencia de un «piso patera» donde compartían techo y vivencias hasta 22 (si, veintidós) becarios de otro restaurante de fama extensa, con la correspondiente defensa posterior del chef en cuestión acerca de dicha situación y su próxima mejora; vimos las cuentas y los resultados de estos restaurantes, y como algunos de estos podrían pagar más y mejor a sus becarios sin entrar en pérdidas (según los cálculos del medio); pero también tuvimos conocimiento de las empresas que podían pagar a los becarios como Directores, principalmente en el sector tecnológico (y según comentábamos en el trabajo hay que ser un verdadero crack mundial para llegar a dichas becas).

Casualidad o no, el pasado 8 de Mayo se celebraba además en medio de esta «Crisis de los becarios» el «Día del Becario», que en este caso parece no conmemorar nada positivo sino que parece alertar de que algo grave está sucediendo, como en los casos del Día de la lucha contra el Cáncer, el Día de la Tierra e incluso el Día del Cine.

Y en mi caso, también he recibido comentarios «off the record» al artículo de hace ya unos diez días. Por un lado, recibí comentarios de algunos de los becarios que recientemente han compartido experiencias conmigo y que se sentían representados en el mismo. Reconocen que buscan la oportunidad de meter la cabeza, que no buscan el dinero del momento; alguno de ellos reconoce que pierde dinero por trabajar y también los hay que tienen que matricularse a algún curso para poder seguir manteniendo la cabeza dentro de una empresa a la espera de una llamada del Departamento de Recursos Humanos. Además he visto a varios alumnos del Máster en el que yo colaboro y del que fui alumno, compartir el artículo en varias redes sociales; supongo que algo interesante habrán visto en el mismo. 

Y he recibido un correo electrónico de otro alumno y ahora compañero de empresa con un tema que me parece verdaderamente relevante. Existe una sentencia de la Sala 4 del TS sobre la existencia de relación laboral en el caso de un becario que realiza cometidos propios de una categoría profesional. Según la misma y la doctrina del TS, «el rasgo diferencial de la beca como percepción es su finalidad primaria de facilitar el estudio y la formación del becario y no la de apropiarse de los resultados o frutos de su esfuerzo o estudio, obteniendo de ellos una utilidad en beneficio propio. (…) De ahí que la clave para distinguir entre beca y contrato de trabajo sea que la finalidad perseguida en la concesión de becas no estriba en beneficiarse de la actividad del becario…” (las comillas no son mías).

Una vez leído, parece que la relación de estos becarios de los que nos hemos liado a hablar, los de los restaurantes de estrellas Michelín, con sus empresas podría caber dentro de una relación laboral y que los jefes se apropian de los frutos de su esfuerzo. Pero si me remito a mi forma de presentar mi beca en la ventanilla de una entidad financiera hace ya 17 años, pasadas 3 semanas de mi incorporación, ya podía realizar la mayoría de las tareas que realizaban mis compañeros, justo al mismo tiempo que ellos se iban de «vacas». Es decir… parece que en todos lados cuecen habas.

Entiendo entonces a mi amigo Álvaro, que criticaba también la indefinición de una ley generalista, que quiere servir para todos los sectores y que acaba por no servir a ninguno. Y yo sigo acordándome de que también existen leyes que hablan de las horas extraordinarias; de las bajas por maternidad o paternidad o de los derechos de reducción de jornada laboral

Al final, este mundo de los becarios funciona como muchas cosas dentro del mercado laboral: los participantes (todos, empleadores y empleados) se aprovechan tanto de su poder negociador según esté la situación así como de la información asimétrica que tienen para aprovecharla en su favor y al final, en un mundo de generalizar, pagan los justos por los pecadores. Quizás, este momento de transformación digital, pueda hacer variar algo las cosas y temas como la marca personal o  la necesidad de captar talento y por tanto ser verdaderamente un «Best place to work» lleve a mejorar la situación… Quien sabe.

¿Y vosotros? ¿Como lo veis? ¿Os cambia algo la opinión tras conocer la sentencia? ¿Mejora o empeora la visión de los empleadores? ¿Deben los becarios aceptar trabajos no remunerados? ¿O la sentencia se mete en un mundo teórico fuera de la cruda realidad?

Ps: Me tomo la licencia de tomar el cartel de la película de DreamWorks «Bebé jefazo» para ilustrar este artículo, sin entender si un cartel de cine tiene los derechos protegidos, pero entendiendo que también les hago un mínimo de publicidad…